jueves, 3 de diciembre de 2009

Trabajo de Celia, criticas al Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer

El senegalés Yossou N'Dour expresó su convencimiento en que «el Niemeyer tendrá un gran éxito» afirmando que «iniciativas como esta sirven para hablar de cosas importantes por parte de gente que no se dedica a la política».

El músico senegalés ponderó «la validez de estos encuentros, que ponen en común la cultura, la paz y la diplomacia de una forma nueva», insistiendo en que «vamos a hablar de lo que hay que hacer desde nuestro papel cultural, más que en términos de política»

Ha sido un proyecto polémico. Si el Ayuntamiento de Oviedo quería copar todo lo referente a los premios en la capital, el Gobierno autónomo ha decidido apoyar lo que puede ser un Guggenheim para Avilés.

Los responsables del Gobierno autónomo decidieron hacerlo en Avilés porque es donde existía terreno público suficiente para llevarlo a cabo.

El Ayuntamiento de Oviedo, temeroso de que un centro tan descomunal, cuyos edificios ocuparán 20.000 metros cuadrados, acabara convirtiéndose en sede principal de los premios, se ha opuesto: "No era lógico que se le arrebatara a la ciudad que durante 25 años ha acogido y corrido con los costes de los premios la sede de los mismos", asegura Isabel Pérez Espinosa, concejal de Oviedo.

Es lo mismo que esperaba en el año 2006 el anterior alcalde de Avilés, Santiago Rodríguez Vega (PSOE). "Esta ciudad ha sufrido mucho y hemos tenido que reinventarnos", dice. "El proyecto de Niemeyer es lo que ha sido capaz de generar ilusión y la polémica generada en torno a él ha provocado un entusiasmo que ha vuelto a cohesionar Avilés. Ahora, con la recuperación de la ría y la rehabilitación del casco histórico, nuestros ciudadanos ven que es posible el cambio".

Para Rodríguez Vega, la polémica con Oviedo está cerrada. "No la entendí nunca. Oviedo es nuestra capital y no le quitamos nada. Es más, como centro de Asturias, sus gobernantes deben saber comprender estos nuevos procesos, que con estas cosas se construye región".

Después de cinco días de reuniones, encuentros y actos, el científico estadounidense Vinton Cerf, considerado como uno de los padres de Internet, ha renovado su compromiso con el centro cultural de Avilés, asegurando que su intención es la de convertirlo " en uno de los centros culturales más avanzados tecnológicamente de todo el mundo, de modo que se convierta en un referente internacional de cultura y nuevas tecnologías".

Convertir el Centro Niemeyer "en un polo de atracción de inversiones económicas. Lo que va a pasar en ese lugar, una vez que esté abierto, será algo maravilloso, y será así día tras día". Cerf anunció la organización de un simposium con los mayores expertos en nuevas tecnologías, que se celebrará en el Centro Niemeyer "y que convertirá a Avilés y a Asturias en referentes dentro del sector".

A nadie se le escapa que el proyecto es una oportunidad única para el desarrollo de la ciudad. Se trata de una obra con una repercusión inmensa, que empieza ya a tener eco en los círculos arquitectónicos y culturales de todo el mundo. Avilés, con apenas ochenta mil habitantes y un pasado asociado a la contaminación resultante de una industrialización masiva, no puede dejar escapar el tren. A buen seguro que nunca pasará otro igual. La reciente recuperación de su ría, el esplendido conjunto histórico-artístico que esconde su centro medieval, junto con su salida al mar y la cercanía del aeropuerto, son factores a sumar para una apuesta que la convierta de nuevo en motor dinamizador de la economía asturiana.

De lo que no cabe duda es que, por primera vez desde los duros años de la reconversión industrial, los avilesinos miran hoy al futuro con un sesgo de optimismo que solo se ve empañado por la reticencia de tantas decepciones pasadas.

Con los edificios ya alzándose, la gran incógnita pendiente es la de los accesos. Álvarez Areces afirmó que se está trabajando: «Muy pronto podremos dar respuestas positivas». De la ronda norte, un proyecto que quedó en suspenso por la negativa de Castrillón al trazado propuesto por el Principado, indicó que se están considerando distintas alternativas, aunque fue muy cauteloso: «Creo que dentro de no mucho tiempo daremos una respuesta, hemos tenido varios trabajos y vamos a dar una solución».

La alcaldesa, Pilar Varela, informó que el Ayuntamiento piensa en instalar pasarelas que comuniquen desde el casco urbano hasta la parcela del centro cultural, para salvar las barreras actuales: la ría, las vías y la arteria del puerto. Según fuentes próximas al Gobierno, la idea es que una de esas pasarelas de acceso parta de la plaza de Santiago López.

Óscar Niemeyer, al casi centenario y mítico arquitecto brasileño que ha impregnado las sucesivas vanguardias del siglo XX, es un visionario y un hombre de acción. Crea espacios, formas y funciones. Transforma lo tangible y lo intangible. Otorga poder a lo inerte. Un poder que penetra sutilmente en el imaginario. Óscar Niemeyer ha puesto su vista en Avilés y ha tocado con su varita mágica un espacio abierto y propicio para su genio.

Ha hecho mucho más. Antes de que se realice materialmente, la visión de su centro cultural, homenaje a los Premios Príncipe de Asturias, ha movilizado la imaginación y el deseo de los asturianos y de cualquiera que se congratule por las cosas bien hechas en el buen momento.
No hay que engañarse. El centro cultural será un proyecto emblemático que, sin embargo, hay que saber acompañar debidamente para que produzca los frutos que se anticipan. Los asturianos en general y los ciudadanos de Avilés en particular tienen también obligaciones, contrapartidas desde las que poner en valor el gesto de Niemeyer.

No servirá de nada disponer de una bella infraestructura si desde la base local en la que ésta se asienta no se hacen los deberes.

Cada turista realiza un gasto medio diario de 85 euros. Si 200.000 personas visitaran el centro cada año, realizando al mismo tiempo una estancia de 3 días en la ciudad, su comarca o el Principado, la economía local registraría un impulso anual de unos 50 millones de euros, con los consiguientes efectos multiplicativos de las cifras anteriormente señaladas. Pero esta operación traería consigo, además, una interacción de calidad, fuente de otros beneficios intangibles, entre los actores locales y los visitantes del centro y la comarca.

Avilés tiene con este proyecto la posibilidad de consolidar un centro neurálgico de dinamismo económico y social para muchos años. Óscar Niemeyer ha iniciado la visión y ha asumido una parte muy relevante de la acción necesaria para transformar esa visión en una realidad preñada de promesas: su centro cultural. Corresponde ahora a la ciudad, a sus agentes más concernidos con la renovación de la misma, extender la visión y asumir su parte de la acción, sin lo cual no se materializarán las promesas con las que nace el centro cultural.



Nace una constelación de auténticos galácticos de la acción cultural en la que se alinearán, junto al Niemeyer asturiano, el Centro Pompidou de París, el Barbican Center de Londres, el Lincoln Center de Nueva York, la Ópera de Sidney, la Biblioteca de Alejandría, el Foro Internacional de Tokio y el Centro Cultural de Hong Kong. El objetivo: establecer sinergias y programar de manera coordinada todo tipo de productos culturales, desde ciclos de cine hasta exposiciones de arte pasando por producciones musicales y ciclos de conferencias y mesas redondas.

Nan Keeton, vicepresidenta del Lincoln Center; Graham Sheffield, director artístico del Barbican; Rachel Healy, directora artística de la Ópera de Sidney; Marianne Alphant, miembro de la dirección general del Pompidou; Etsuko Sako, responsable de relaciones internacionales del Foro de Tokio; Linus Fung, directora general del Centro Cultural de Hong Kong, y Sheriff Mohei, director artístico de la Biblioteca de Alejandría, acudirán a Avilés respondiendo a la llamada de la Fundación Niemeyer, cuyo director, Natalio Grueso, califica esta cita de "histórica, no sólo por su contenido, sino por la importancia de las personalidades que acuden a ella".

En primer lugar y porque así lo siento, la creación del Centro Cultural Óscar Niemeyer ha sido desde mí punto de vista la noticia que Avilés necesitaba, ni más ni menos, porque como bien dicen algunos “ya nos tocaba”.

No quiero ni mucho menos decir con esto que estuviéramos todos rogando por un edificio Niemeyer, lo que suplicábamos era por la noticia en sí misma, algún hecho o acontecimiento, algún proyecto capaz de crear en la ciudad expectativas de cara a años venideros y realmente pienso que es la puerta hacia el futuro el Centro Cultural Oscar Niemeyer.

Supongo que todo lo que estamos viviendo, no es diferente a situaciones similares acaecidas en otras localidades ante hechos comparables, la ilusión, la euforia, el ansia por saber y conocer con todo lujo de detalles, lo que quizá aún no tiene respuesta. Del mismo modo tampoco debe ser distinta la aparición de sombras que intentan empañar cualquier atisbo de mejora, personas a las que su prepotencia, arrogancia y soberbia, les impiden ver la luz del sol las pocas veces que aparece, limitándoles por añadidura en la capacidad de imbuirse en las alegrías de la mayoría.

Desde hace ya muchos años, se oyen voces que claman y con toda la razón por un museo en la ciudad, en fechas más recientes hemos podido presenciar la polémica que esperemos se hay zanjado, acerca de la creación de un nuevo recinto ferial o la remodelación del que ahora existe, peticiones por diferentes frentes de la necesidad de contar con un edificio singular...
Repentinamente y de manera inesperada yo diría para la mayoría surge la noticia de la creación de un centro que viene a suplir muchas o al menos algunas de nuestras carencias.
Se han publicado críticas, que con argumentos o sin ellos ironizan hacia los contenidos y usos del centro, con el diseño y la ubicación del mismo, algunos, grandes expertos en la materia (supongo), osan ser críticos con el señor Niemeyer y sus obras, se ha cuestionado incluso si la Fundación Príncipe de Asturias ha elegido o no a la persona idónea para el diseño del centro.
Me pregunto, ¿qué está pasando?, y se me ocurren sólo dos respuestas; o bien alguien se va a morir de éxito en cualquier momento (lo cual sería una pena) o quizá algo peor, que todas estas críticas no sean otra cosa que un orgullo disimulado, de quien las realiza incapaz de valorar aquello que merece ser valorado. Quizá es la ocasión de recordar el estribillo de una canción “Al final, las obras quedan las gentes se van”.

En cualquier caso entre ríos de tinta y análisis técnicos del proyecto entre los que la mayoría nos perdemos, he echado de menos, algún artículo constructivo que suscite el interés ciudadano de lo que representará en el ámbito social y económico para la comarca, la creación del Centro Cultural Internacional Óscar Niemeyer.

Niemeyer será a Avilés lo que el Gugenheim a Bilbao, esto se ha dicho en varias ocasiones y en diferentes foros. Si tomamos esta ciudad como referencia, basta decir que el Guggenheim abrió sus puertas en octubre de 1997 y antes de cumplir su primer aniversario, había recibido ya la visita de un millón trescientos mil visitantes.
Este dato no pretende ser representativo de nada, pero sirve para pensar que de aquí a pocos años, Avilés debe cambiar y mucho.

Se contempla 2010 como fecha prevista para la finalización de la obra y hay quien opina que es fecha lejana para empezar a hablar de cambios en la ciudad, personalmente opino que el tiempo que duren las obras de acondicionamiento y la construcción del edificio, es ni más ni menos que el mismo que tenemos los ciudadanos para prepararnos para tan importante cambio.
La ciudad debe estar preparada y las obras que quedan por delante para ello supongo no van a ser pocas, esto como siempre supone un esfuerzo importante tanto por parte de las administraciones que serán las responsables de acometerlas, como por supuesto de los ciudadanos que las sufrimos, pero será espero en beneficio de todos.

Otro compromiso no menos importante es el que debemos asumir los empresarios, todos, grandes, medianos y pequeños, para estar preparados para ofrecer productos y servicios de calidad “de verdad”, hoy en día no sirve sólo la voluntad, debemos profesionalizar nuestra oferta de manera íntegra. No podemos perder otro tren y en la estación debemos estar todos.
No confundir ilusión con ingenuidad, no se trata de pensar que hemos sido tocados por una varita mágica que vaya a solucionar todos nuestros problemas, sino más bien, que un despertador de agradable sonido intenta hacernos despertar del letargo de los últimos años.

Lo dicho, todos juntos hemos de aprovechar este momento, el cual considero bueno además para enterrar el hacha de guerra con los políticos que nos representan (sean del signo que sean), pues en esta ocasión no queda por menos que felicitarles por devolvernos un poquito de esperanza e ilusión y por supuesto por lo que se presume un trabajo bien hecho.

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